Cuando cae la noche en el Parque El Curita, situado en la manzana que comprende las calles Galiano, Reina, Águila y Dragones, en el corazón de La Habana, ya se han marchado los vendedores de rosita de maíz y pacotillas piratas compradas a precios de saldo en la zona franca de Colón en Panamá. A esa hora, la flotilla de taxis particulares, casi todos jeeps Willys y automóviles Ford y Chevrolet con carrocería de la década de 1950, han abandonado el parqueo, dejando tirado en el asfalto vasos plásticos desechables, envoltorios de confituras y colillas de cigarros.
Al filo de la medianoche, el lugar se transforma en una pasarela marginal. Hombres que pagan 3 mil pesos, equivalente a diez dólares, por media hora de sexo exprés en un ruinosa habitación o en una lúgubre escalera de algún edificio cercano. El Curita era el apodo de Sergio González, jefe del grupo de acción y sabotaje del Movimiento 26 de Julio que el 8 de noviembre de 1957 organizó la Noche de las Cien Bombas en la capital cubana y cuatro meses después fue torturado y asesinado. Hoy el parque que lleva su nombre es un lugar de citas de jineteras, gays, travestis y pingueros.
También es el centro de operaciones de vendedores de drogas. Si usted pregunta, y no tiene pinta de policía, le dicen quién vende marihuana criolla, pastillas o drogas sintéticas como el químico, una mezcla de varias sustancias opiáceas que produce terribles efectos. A pesar de las cámaras de seguridad ubicadas en las calles Reina, Galiano y Dragones, y los operativos de la policía, el parque y sus alrededores siguen siendo una zona de tolerancia.
Llamémosle Yadian, un tipo que suele usar un short de mezclilla y zapatillas Adidas, asegura que el acoso policial al tráfico de drogas y la prostitución femenina y masculina, es de baja intensidad. «Que nadie te engañe, men. El 90por ciento de los que venden drogas trabajan pa’la policía. Se ve a la cara. Cualquiera que conoce ese ambiente lo sabe. Con la prostitución igual. Muchos monos (policías) reciben dinero de las putas y homosexuales que controlan. Es un negocio. Te dejan hacer mientras no te metas en política o en broncas violentas. No creo que al gobierno le importe que la gente se ‘vuele’ o le pague a una jinetera pa’ acostarse con ella”.
Un ex oficial de la policía comenta que “la corrupción en los cuerpos policiales no es nueva. Comenzó hace treinta años. Ahora simplemente se ha acentuado. Hay oficiales y soldados que lucran con la autoridad que les otorga el Estado. Lo mismo cuidan negocios de personajes que tienen un billete largo que hacen detenciones en los alrededores de centros de elaboración de alimentos o fábricas importantes, donde se sabe que la gente roba muchísimo. Después que te detienen, negocian una determinada cantidad de dinero a cambio de soltarte”.
Silvio, taxista privado, afirma que la corrupción en Cuba es alarmante. “Llevo más de veinte años boteando (alquilando) y siempre había guardias que cuando te pillaban cometiendo una infracción, le dabas el equivalente a cinco o diez dólares y te dejaban seguir. Pero ahora la mayoría de los policías son corruptos, igual que los inspectores. El otro día estaba boteando de La Habana a la playa de Guanabo, y me para una patrulla. Revisa los papeles y todo estaba en orden. Comienza a revisar el vehículo y me multa por un problema técnico. Discuto airadamente con el policía y me amenaza con llevarme a la unidad por desacato. Negociamos. Le ofrezco seis mil pesos y el tipo tan campante se queda con la mano estirada y me dice que es muy poco dinero. Tuve que darle diez mil pesos. Al final te dejan sin elección: o pagas o te montan un número ocho”.
Cuando amanece en el El Curita y las prostitutas, gays y traficantes de drogas regresan a sus casas, decenas de taxistas privados comienzan su jornada de trabajo que puede extenderse hasta catorce horas. Dubier, quien conduce un auténtico Frankestein mecánico (carrocería de Ford 1951, motor alemán, caja de velocidad japonesa y frenos de Hyundai sudcoreano), despues de limpiar el cristal delantero del carro con una hoja de papel periódico, cuenta que en las ultimas semana se ha “desatado una persecución contra los boteros y los negocios privados”.
“Antier me llevaron a la unidad de policía por supuesto desacato. El día anterior me habían puesto una multa de doce mil pesos por un error en los papeles. Ese mismo día, a otro policía le doy veinte mil pesos porque me iba a suspender la licencia operativa con la que puedo alquilar. El muy cabrón, al ver que le pagué, le da el número de mi chapa a otras patrullas y cada vez que me paraban me querían extorsionar. Exploté y terminé en la unidad de policía. Hablé con mis colegas y les propuse estar una semana sin salir a botear y hacer una huelga. A ver qué pasa. Es responsabilidad del Estado garantizar el transporte público, no de nosotros”.
Diego, dueño de un bodegón, asegura que el “acoso en este último mes ha sido terrible. No solo te persiguen los inspectores para que cumplas la normativa de precios topados, también para conocer tus ganancias y por qué no utilizamos la cuenta bancaria fiscal. El gobierno nos ha abierto fuego graneado. Aprobaron seis decretos y elevaron los impuestos. Eso va a impactar en el precio final al consumidor. El clima que estamos viviendo es insoportable”.
Yassier, empleado en un negocio de reparación de equipos electrónicos, subraya que “las nuevas medidas son contraproducentes. Y la lista con 125 labores que las autoridades prohíben es descabellada. Yo había pactado con los directivos del hospital Joaquín Albarrán el mantenimiento y reparación de equipos médicos. Al aprobarse esa lista ya no es permitido. ¿A quién le afecta? Al pueblo, la casta dirigente tiene sus clínicas donde no les falta nada”
Darío, emprendedor, expresa que “con la subida de impuestos, el cobro en dólares de algunos aranceles y forzar al que sector privado importe mercancías desde bancos del Estado es una sentencia de muerte para la mayoría de los negocios. Son demasiados los frenos. Hay MIPYMES, como las de la construcción, que no puedes contratar a más de cien personas. A eso súmale que los bancos no te venden divisas. Para reaprovisionarnos tenemos que comprar los dólares en la calle. Y la mayoría de los proveedores extranjeros no aceptan transacciones con bancos del gobierno. Ya sea por el tema del embargo o por sus habituales impagos”.
Lo preocupante, considera el ex oficial de la policía es “que en medio de una prolongada crisis económica, acosar al sector privado puede traer como consecuencia mayor emigración y más desabastecimiento. Un caldo de cultivo perfecto para que aumente la delincuencia. La gente no se va a morir de hambre. Van hacer mil trapicheos para sobrevivir. Y esos negocios, considerados ilegales, será una mayor presión para las fuerzas policiales”.
La violencia en Cuba va en ascenso. En 2023, en Cuba hubo 86 feminicidios y un centenar de homicidios. En lo que va de año, ya han matado a 35 cubanas y el 24 de agosto, en Ceballos, Ciego de Ávila, un niño de 4 años, un adolescente de 17 años y dos mujeres de 29 y 50 años, fueron terriblemente asesinados por un joven de la localidad que unas horas después fue detenido.
La ofensiva contra el sector privado arreció en los últimos dos meses: el Ministerio de Finanzas y Precios cerró más de 360 emprendimientos. Y solo en una semana realizaron 58 decomisos y 773 ventas forzosas por supuestas violaciones detectadas, además del cierre de 177 establecimientos y 197 retiros de proyectos de trabajo. Según el diario oficialista Granma, hasta la fecha se habían ejecutado un total de 157.331 acciones de control fiscal con multas por un monto 2.999 millones 390 000 pesos. Y se concluyeron 49 auditorías con un importe de 58.605.000 pesos.
El gobernante Miguel Díaz-Canel intenta convencer a la opinión pública de que la Resolución 225/2024 que se le viene aplicando al sector privado “no es una cacería de brujas hacia una determinada forma de gestión o de propiedad”. Los emprendedores cubanos creen lo contrario.
Iván García
Foto: Parque El Curita. En ese lugar radicaba la Plaza del Vapor, un gran mercado cubierto, inaugurado en 1835, renovado en 1874 y demolido en 1959 por los barbudos que por vía violenta llegaron al poder. Se llamaba así por una gran pintura que tenía en una de sus paredes de El Neptuno, el primer vapor que hacía viajes entre La Habana y Matanzas. Además de comercios, bares, restaurantes y otros negocios, la Plaza del Vapor era famosa por la venta de billetes de lotería. La torre a la izquierda es del inmueble donde radicaba la Cuban Telephone Company, en Águila y Dragones, hoy sede de la sucural habanera de ETECSA. Imagen de Ernesto González Díaz tomada de Havana Times.
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