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Spanish post from 14yMedio by 14yMedio

La voluptuosa frutabomba ha dejado de estar al alcance de cualquier bolsillo



Doña papaya reinó cuando desaparecieron las naranjas, el marañón, la chirimoya o la guanábana



caption - La fruta ha sido víctima de una inflación que la alejó de los bolsillos de muchos cubanos. / 14ymedio
14ymedio, Natalia López Moya, Havana, 29 September 2024 -- La frutabomba, la más voluptuosa de las frutas que se consume en las casas cubanas, ha sido también, por décadas, el ingrediente de los postres y batidos más socorridos cuando escasea la leche para un buen flan o el exclusivo mamey desaparece de los mercados. Pintada en cuadros y recreada en grabados, en los últimos años ha dejado de ser aquel producto al alcance de cualquier bolsillo.



También conocida como papaya, un nombre que entre los cubanos se usa para designar la vulva, tiene la ventaja de su gran tamaño pero el problema de su fragilidad cuando se le traslada madura. Enorme y delicada, la mayoría de las veces se vende completa en los mercados pero también se puede adquirir por porciones que habrá que engullir en un breve tiempo antes de que se malogren.



Menos valorada que el suculento mango, se le ve en cuanto desayuno de hotel o casa de renta quiere presentarle a los turistas un festín de frutas tropicales aunque solo haya a la vista frutabomba y algún raquítico plátano fruta. Si hace unos años era frecuente verla amontonada, en su estado verde, en las tarimas de los mercados estatales, ya de aquel producto ordinario queda poco.



Ahora, la libra de frutabomba se comercializa a 60 pesos en el mercado de 19 y B de El Vedado, en La Habana. Un solo ejemplar puede pesar bastante, así que con menos de 300 pesos es poco probable que se pueda salir con uno de esos frutos en la bolsa y tratar de comprar una pequeña porción, para solo una persona, puede ser tan difícil como convencer a un vendedor del céntrico local que venda media cabeza de ajo o solo un par de hojas de lechuga.



caption - La libra de frutabomba se comercializa a 60 pesos en el mercado de 19 y B de El Vedado. / 14ymedio
Mientras otros productos han duplicado o triplicado su precio en los últimos meses, el de la frutabomba se ha mantenido estable a lo largo de 2024, aunque en noviembre del año pasado llegó a alcanzar los 70 pesos por libra. Pero incluso sin saltos significativos, la fruta también ha sido víctima de una inflación que la alejó de los bolsillos de muchos cubanos. Su subida comenzó a inicios de este siglo, cuando pasó a reemplazar a los otros frutos que escaseaban.



A falta de naranjas, doña papaya sacó la cara. En ausencia del marañón, el anón, la chirimoya y la guanábana, su imagen regordeta y sus pequeñas semillas reemplazaron a toda una larga lista de manjares que antes brotaban de las ramas de tantos árboles a lo largo del país. Fácil de cosechar, con una planta de porte mediano pero gran productividad y sin grandes exigencias para ser transportada en su estado verde, era el alimento perfecto para que la estatal Acopio rellenara cifras y organizara ferias agrícolas.



Pero la gente las quería maduras, listas para cortarlas en trozos y devorarlas. Ahí fue donde entró a jugar el ingenio popular que descubrió que, si un ejemplar verde era sumergido en una fórmula a base de fertilizantes nitrogenados, adquiría en breve un color hermoso que hacía salivar a los clientes y los empujaba a meterse la mano en la billetera. Cuando llegaban a casa y cortaban la bella frutabomba se topaban con un interior blanquecino e insípido.



De ahí surgió entonces la exigencia de verla por dentro antes de comprarla. Un pequeño triángulo hecho con un hábil cuchillo dejaba ver el interior. “Sí, la llevo”, sellaba el trato el comprador aliviado de constatar de antemano que aquella no era una de esas frutabombas “maduradas a la carrera”. Pero con los trucos populares nunca se sabe, con el tiempo los “acelerantes de maduración” se han vuelto más difíciles de detectar.



[[El dulce de frutabomba, hecho con trozos verdes o pintones, le ha salvado el momento del postre a innumerables familias]]

Por su parte, el dulce de frutabomba, hecho con trozos de ejemplares verdes o pintones, le ha salvado el momento del postre a innumerables familias cubanas por décadas. Fácil de hacer, sin ingredientes complicados, la receta almibarada se ha topado, sin embargo, con la falta de azúcar en el país que una vez se confundía con un ingenio, latía al ritmo de las maquinarias de un central y del sonido del corte de las mochas en los cañaverales.



La estabilidad del precio de la frutabomba en los últimos meses obedece más a la pérdida de los ingredientes y contextos que la realzan que a los vaivenes del mercado. Ante la falta de azúcar y de turistas, la más sensual de las frutas no escala tanto como otros productos, pero tampoco se baja de las alturas a las que se ha subido. Eso sí, se le sigue viendo en los bufetes de hoteles y en los cuadros que los turistas compran en los mercados de recuerdos.



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