Según la sanitaria, muchos cienfuegueros prefieren pasar la enfermedad en sus casas, no importa cuál sea, antes que someterse a la desatención o a los tratamientos erróneos que recomiendan los galenos. Hay quien ha llegado al hospital como última alternativa ante el deterioro de su estado clínico corriendo el riesgo, incluso, de contraer alguna bacteria. “Yo no los culpo. La higiene en este lugar es muy mala”, lamenta.
La ausencia de médicos es otro problema crítico en el hospital, que se ha agudizado debido a los malos salarios del sector –uno de los peor pagados en la Isla–, que obliga a los profesionales a migrar al sector privado. “No sólo nos estamos quedando sin médicos, enfermeros y técnicos de salud, sino que también está pidiendo la baja constantemente el personal de mantenimiento y de limpieza”, asegura la enfermera.
[[La ausencia de médicos es otro problema crítico en el hospital, que se ha agudizado debido a los malos salarios del sector]]
Después de perseguir a varios asistentes y doctores, Lidia consiguió que un médico atendiera a su hijo. “Por fin me pasaron a una consulta, pero entonces el problema era que el equipo para hacerle la placa estaba roto. Tuve que llamar a un amigo mío, que trabaja en otro hospital, porque tampoco había yeso para ponerle. ¿Dónde está la potencia médica? Lo único que yo ví fueron personas impotentes”, afirma la mujer.
Hace varios meses Lidia tuvo que asistir al hospital durante varios días para atender a su hermana recién operada. “Nadie quisiera tener que ir a un hospital, pero una vez ahí, lo menos que uno espera es recibir una atención adecuada”, subraya. Según la cienfueguera, solo llegar hasta el hospital o ocuparse de los gastos que trae consigo un enfermo es un sacrificio grande para las familias. “Tener que montarse en una guagua con alguien que se siente mal es una tortura para ellos y para uno. Pero pagarse una motoneta o un carro es algo imposible hoy por lo caros que salen”, resume.
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caption - Las carencias de todo tipo en el cuerpo de guardia, afecta notablemente la calidad de la atención médica / 14ymedio[/caption]
En el tiempo que estuvo en el salón de postoperatorio, Lidia tuvo experiencia muy desconcertantes. “Me pasé cinco días ahí, sin dormir, porque lo que hay para los acompañantes son sillas o butacas viejas e incómodas”, recuerda. De la comida, justo como había previsto, tuvo que encargarse ella misma, pues la del hospital “es completamente inadecuada para un enfermo que necesita reponer fuerzas”.
“Lo demás todos lo conocemos: llaves sin agua, inodoros rotos, malos tratos y cucarachas que se pasean por las paredes en una sala en la que se supone que todo debe estar estéril para evitar infecciones”, enumera. Lidia no esperaba regresar tan pronto al hospital, pero la fractura de su hijo no le dejó otra opción. “Por suerte esta vez le pusimos el yeso y nos fuimos. Agradezco no tenerme que quedar ahí, donde uno siente que va a enfermarse más que a sentirse mejor”.
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