La campaña de Maduro presenta encuestas para contrarrestar los sondeos favorables a la oposición
“Es un mercado aritmético que cuenta con expertos en retruécanos metodológicos variopintos, casi siempre adosados con silogismos insustentables para operaciones ilusionistas. El problema no son las encuestas (si son científicas), sino las emboscadas de falacias a las que sirven, a sabiendas o no. Como ya no tienen ideas, creen que les quedan los números… y los manipulan”, dice, críptica, esa nota, sin aportar datos que avalen sus argumentos.
En Venezuela, los ánimos a pie de calle se debaten entre la esperanza de una victoria de la oposición y el pesimismo de que el chavismo cometa fraude, o que no reconozca los resultados en caso de serles flagrantemente desfavorables, o que incluso, como amenazó Maduro recientemente, haya “un baño de sangre” si pierde. Si se producen protestas, otra incógnita es de qué parte se pondrán unas Fuerzas Armadas que durante 25 años han cerrado filas con el Gobierno pero cuyas bases, al igual que la mayoría de la población, pueden sentir el vaso colmado.
Edmundo González Urrutia, diplomático retirado de larga carrera y 74 años, ha repetido muchas veces que jamás hubiera esperado ser candidato presidencial, pero a día de hoy es innegable el aprecio que le profesa la mayoría de venezolanos. Designado por la Plataforma Unitaria Democrática (PUD) en lugar de María Corina Machado, candidata inicial e inhabilitada por Maduro, “Egu”, como lo empiezan a llamar familiarmente sus partidarios, ha impactado en la campaña con sus maneras pausadas y sus discursos, breves pero contundentes.
[[Su efigie no se ve en ninguna valla propagandística, a diferencia de la de Maduro]]
En ellos ha prometido mejorar los deficientes servicios básicos, como la luz, el agua, la educación o la sanidad, pero, sobre todo, se ha centrado en la reconstrucción de la institucionalidad y la reconciliación entre venezolanos. De igual manera, ha hecho hincapié en el diálogo, afirmando que está dispuesto a conversar con cualquiera, aunque sean representantes del chavismo.
Su efigie, curiosamente, no se ve en ninguna valla propagandística, a diferencia de la de Maduro, que inunda todos los rincones.
Los esfuerzos del mandatario actual en el “maratón” de cierre de campaña son considerables. Poco importan los videos difundidos en redes que muestran unos mítines desangelados, con gente pasando indiferente junto a las pantallas donde se ve y se oye al mandatario gritar. Jorge Rodríguez, jefe del llamado “Comando de Campaña Venezuela Nuestra” y hermano de la vicepresidenta Delcy Rodríguez, anunció “actos multitudinarios” estos días previos a los comicios. Entre ellos, una “caravana” con más de 60.000 “motorizados” que harán “actividades de agitación y marcha en toda Caracas”.
[[En las últimas semanas, el parecido de la campaña de Maduro con la de Daniel Ortega de 1990 en Nicaragua es sorprendente]]
En las últimas semanas, el parecido de la campaña de Maduro con la de Daniel Ortega de 1990 en Nicaragua es sorprendente. Por ejemplo, en el uso de la palabra “gallo” –“pinto”,
en el caso del venezolano; “ennavajado”, en el del nicaragüense–, o en las imágenes que hacen alusión a un candidato “amoroso”, abrazando niños y en colores, o en los lemas optimistas (“Lo peor ya pasó, nos estamos recuperando. Con Maduro todo será mejor”
vs. “¡Ganamos y adelante! Daniel presidente. ¡¡¡Todo será mejor!!!”).
En ambos casos, la contrincante –inhabilitada en el caso de Venezuela– era una mujer. En aquellas elecciones nicaragüenses, Violeta Chamorro venció a Ortega con casi el 55% de los votos. Los venezolanos esperan que también en eso se parezcan ambas campañas.
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