Hola, Tomasit
Le escribo con el ruego de que hagas llegar a la lista de correos este
mensaje, y con él mi adhesión al sentir de la intelectualidad cubana en
relación con el asunto "Pavón". dentro unos días (el 27 de febrero)
cumpliré
60 años y, si bien es cierto que no sufrí en carne propia los desmanes de
Pavón y Quesada, sí padecí las consecuencias de una política prejuiciada,
arbitraria e injusta hacia los artistas que se manifestó en todos los
ámbitos de la vida por aquellos años (que no deben retornar jamás), antes
y
después del llamado "quinquenio gris".
Deseo manifestar asimismo mi total acuerdo con los criterios de Enrique
Colina expresados en su lúcido mensaje a Desiderio Navarro. En éste,
Colina
escribe: "si se sigue considerando que la luz que irradiamos continuará
brillando eternamente sólo por el humanismo de nuestros médicos o por el
resplandor de nuestra educación, de lo que me enorgullezco, y sé muy
bien
que no es pocopero se soslayan contradicciones que socavan el sentido
democrático del sistema, su eficiencia económica, que exige a gritos
reformas y cambios internos, [si seguimos suiendo un estado que controla y
se ocupa de todo sin poder ocuparse de todo ni controlarlo todo, si no
enfrentamos las deformaciones de todos reconocidas yendo a la médula de
los
problemas, y ese es el tema esencial que está en el tintero de estas
inquietudes, creo sinceramente que el faro y guía, más tarde o más
emprano,
se apagará, y sólo quedaremos como referente histórico de hidalguía,
resistencia y dignidad, pero perderemos la plaza".
A manera de testimonio, permítaseme narrar la siguiente anécdota personal.
El pasado 29 de enero, en víspera de la reunión en la Casa de las
Américas,
a la que hubiera deseado asistir, fui víctima, junto con otros ciudadanos,
de un atropello que yo no hubiera podido nunca imaginar. Luego de cenar en
el restaurante El Asturianito, frente al Capitolio, y al dirigirme a mi
domicilio en la calle Amistad, entre Bernal y Trocadero, Centro Habana,
fui
arbitrariamente arrestado en la esquina de Prado y Teniente Rey al pararme
para saludar a un conocido. Tras de una espera de medio hora o más en
dicha
esquina, fui conducido en un patrullero, junto con otras detenidos, a una
estación de policía cercana, donde tuve que permanecer unas dos horas tras
las rejas de un calabozo, sin saber cuál era la razón de aquella sinrazón
(ejecutada, según pude oir, al amparo de la "Operación Avioneta" (?), y
sin
que me ofrecieran disculpa alguna cuando finalmente me devolvieron mi
carné
de identidad y me permitieron largarme de aquél humillante lugar. De nada
valió que les exhibiera a los celadores mi carné de la UNEAC, firmado por
Abel Prieto, y les mostrará un ejemplar de mi libro La música afromestiza
mexicana, publicado por la Universidad Veracruzana, que yo llevaba en la
mochila, ya que lo había utilizado por la tarde en el curso que impartía
en
el Centro de Investigación y Desarrollo de la Música Cubana, titulado "El
estudio de la música tradicional y popular visto desde el Sur". Gran
paradoja: algunos participantes en dicho curso, que incluía los trabajos
de
investigación de la musicología cubana en el marco de convenios de
colaboración internacionalista en Granada y Angola, habían desertado del
mismo por su fuerte carga política (sé que algunos compararon irónicamente
mi curso con la archiconocida "Mesa Redonda").
En medio de este inesperado suceso, yo estaba indignado en extremo,
ardiendo
con el fuego de la ira y mi elevada tensión arterial, y dije a los
guardias
de la prisión unas cuantas cosas que su inexcusable proceder merecía. Pero
los numerosos jóvenes que me rodeaban, víctimas al igual que yo de aquel
abuso de poder, hacían gala de una envidiable serenidad. Uno de ellos me
susurró: "Padre, no coja lucha". Eso me hizo reflexionar acerca de algo
importante: Tan injusta era la detención de ellos, al igual que yo
ciudadanos y residentes cubanos, como la mía. Y yo no era más ser humano
que
ellos por el simple hecho de ser musicólogo y mienbro de la UNEAC. Al fin
y
al cabo también a ellos los tuvieron que dejar en libertad, pues ninguno
había cometido delito ni infracción alguna.
Todo esto viene a cuento porque, como bien dice Colina, contradicciones
como
ésas "socavan el sentido democrático del sistema", y "las deformaciones de
todos reconocidas" son "el tema esencial que está en el tintero de estas
inquietudes". ¿Cuál será el día en que en la "Mesa Redonda" se aborden
este
y otros temas que a todos nos preocupan?. No sólo la impunidad de Luis
Posada Carriles, la injusta detención de los Cinco Héroes, el
neoliberalismo
y la barbarie estadounidense en Irak son temas de interés general. El
presente y el futuro de nuestro pueblo y nuestro país reclaman un merecido
y
urgente espacio.
Rolando A. Pérez Fernández
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