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Mensaje de Roberto Cobas Avivar







Estimados companeros, amigos !



Sigo con interés y en sus detalles el importante debate intranet que estan Uds. protagonizando. Me sumo al mismo y quedo de Uds. con toda mi solidaridad y mi disposicion al intercambio adentro y afuera de nuestro país. Mas abajo adjunto el articulo que, motivado, por el debate, acabo de publicar en Kaos en la Red.



Un abrazo



Roberto Cobas Avivar

“Hace falta una carga para acabar la obra de las revoluciones /…/ para que nuestros hijos no mendiguen de hinojos la patria que nuestros padres nos ganaron de pie”[1]
Rubén Martínez Villena
Ha sido la idea trascendente de uno de los fundadores del pensamiento y del proceso emancipador cubano. Y, para ello, nada más revolucionario en el sentido martiano[2] que “ir a las raíces” de las contradicciones, aquellas que coactadas, subestimadas o mal reconocidas por el poder político hoy en Cuba, se agudizan irresueltas pero impenitentes para sembrar el antagonismo con lo caduco que ha de ceder el paso a la renovación socialista necesaria.



La actual resurrección oficial que ha tenido lugar en Cuba de símbolos antitéticos de la democracia encarnados por ex representantes y ejecutores de la política cultural gubernamental impuesta en un periodo de franca coacción política, burocrática y penal del espíritu revolucionario libre y la acción autónoma creadora - conocido en los sectores intelectuales como el “quinquenio gris para la cultura cubana”[3] -, ha desencadenado un envolvente debate “no autorizado” entre dicha intelectualidad.



La discusión que se despliega a través de la llamada intranet en Cuba llega cargada de otros símbolos. Tiene lugar, entre aquellos pocos que, por la paradoja política de una discriminación activa del partido y el estado, poseen acceso al correo electrónico. Su tono transpira el hálito de la “conspiración” a que obliga otra paradoja institucionalizada, el monopolio fáctico que sobre los medios de comunicación ejerce no el pueblo, sino el poder político-estatal. El fundamento predominante del debate se enclaustra en los intereses de grupo (¿de clase?) que sienten directamente no tanto los resuellos de un pasado aparentemente superado sino, por esa causa de lo aparente, el regreso de una experiencia tan retrógrada como lacerante. Todo ello, más allá de interpretaciones tremendistas o apologéticas contra el supuesto pecado original que encarna la Revolución cubana, indica que el proceso de transformación sociopolítica se encuentra vivo, pugna y puja por su progreso.



La importancia de un brote oficialista de evidencia contra-revolucionaria inocultable como el que ha sido vehiculado por la televisión pública estatal al homenajear a los paladines del otrora Consejo Nacional de Cultura, instrumento de una política cultural de gobiernoreaccionaria por definición cultural y represora por equivocada identificación ideológica, exige que la discusión de los intelectuales cubanos trascienda el planteamiento de divorcio entre forma y contenido, entre lo aparente y lo esencial. No posee la discusión iniciada, por tanto, derecho de “propiedad privada”. El debate en curso es un debate que pertenece al pueblo cubano. Y ésa no puede ser más que la reivindicación de principio del intelectual revolucionario orgánico, en el justo y libre de accesorios concepto gramsciano.



No existe un problema de la cultura cubana que no sea consecuencia del problema irresuelto de la soberanía ciudadana del pueblo cubano como sujeto del proyecto socialista que se pretende seguir avanzando.



No se froten las manos los disidentes políticos de oficio ni los de ocasión por la aseveración que pongo sobre la mesa una vez más. Pero tampoco se frote las manos con esta necesaria acotación la burocracia estatal partidista. Ambas corrientes ignoran los intereses legítimos del pueblo.



El que determinadas voces de la discusión “no autorizada” que reverbera en la intranet cubana hayan convenido por voluntad propia discutir en “privado” con representantes del estado y el partido el asunto que les preocupa y les incumbe como grupo social, independientemente del necesario entendimiento de las partes,puede denotar responsabilidad ciudadana pero no soberanía ciudadana. Lo aparente no puede sino desdoblar lo esencial. Esa es la responsabilidad de la intelectualidad revolucionaria en Cuba. Puesto que de lo raigal del pensamiento crítico depende no sólo la legitimidad sino la eficacia política de la batalla de ideas a la que se apela como valuarte de la propia Revolución.



El que los intelectuales involucrados en el debate “no autorizado” acerca de los significados que vislumbran en el brote oficialista mediático contra-revolucionario no adviertan que el mismo constituye un reflejo de las profundas contradicciones que se dan hacia el seno de toda la sociedad cubana, de su movimiento socioeconómico, podría constituirse en un factor mediatizador del momentum revolucionario actual.



El proyecto de transformaciones socialistas en Cuba se encuentra en un momento álgido. Un momento que necesita del empuje revolucionario del pueblo y del pensamiento crítico todo que, a contrapelo de las reticencias políticas ortodoxas oficiales y comunes existentes, aporte ideas y convicciones superadoras tanto de la auto confinación de las convicciones como de la voluntad de participación política libre y comprometida con la viabilidad de un proyecto socialista que no puede ser percibido más que como proceso de emancipación socio-humana y, sólo por ello, de emancipación cultural.



La libertad de expresión artística no es ni puerto ni premisa del derecho a la libre expresión y acción ciudadana creadora. Un derecho, cuya plenitud ha de ser sinónimo de redención popular en la justa medida en que lo encarna el sentido de las transformaciones poscapitalistas desencadenadas por el proceso revolucionario cubano. La premisa y la expansión de toda libertad creadora y transformadora de la realidad es, primero, el derecho del ciudadano a la auto determinación. Justo el centro del debate al que la necesidad de situar el proyecto socialista en una trayectoria definitivamente viable convoca a la sociedad cubana. Ese y no otro es el propio legado del triunfo revolucionario de 1959. Y esa es la carga liberadora que necesita la Revolución hoy más que nunca.



Si las “palabras a los intelectuales” (1961)[4] se expresaban en el contexto de definiciones políticas propias de reafirmaciones o negaciones de clase, no sólo contradictorias si no por tal razón en mucho antagónicas, el discurso de la Universidad de la Habana[5] en 2005 vino a rebelar que las contradicciones sociopolíticas del proceso revolucionario cubano sin ser ya de clases al quedar irresueltas se convierten también en antagónicas. El antagonismo, como en el parto, radica en el rechazo creativo del cuerpo que ha dado lugar al embrionamiento de las nuevas formas que vendrán. Pero que, a diferencia del alumbramiento humano, no se darán sin el enfrentamiento frontal de las ideas en puja. Y que, a semejanza, llevará los genes que la identifican con su progenitor.



El hecho que el reciente congreso de la Central de Trabajadores de Cuba haya pasado por alto la discusión del problema del sistema de propiedad sobre los medios de producción (material e inmaterial) y que se haya preferido, según decisiones centrales políticas posteriores, otorgarle el patrimonio del análisissobre una de las claves de la viabilidad del proyecto socialista a un grupo de expertos, habla más sobre la desconfianza en la sabiduría revolucionaria de los trabajadores que sobre la confianza en pensadores capacitados y comprometidos. Es la diferencia determinante entre lo esencial y lo aparente.



Sucede así porque el concepto de soberanía ciudadana permanece apresado en los dogmas políticos que se resisten a la negación dialéctica de la democracia controlada, prohijada hoy en la realidad cubana por una extemporánea inmanencia del concepto histórico de la dictadura del proletariado. Un dictad que, de tal forma auto legitimado, viene a ser vehiculado por el único partido de la Revolución.



La soberanía ciudadana no se da colgada de un vacío ni será obra exclusiva del legítimo derecho a la libertad de expresión política, artística e intelectual de la sociedad. Tampoco devendrá resultado de la libre expresión de opinión popular. Y no será así mientras no se conciba su génesis en la democracia económica.Puesto que el pilar sobre el que se sostiene el concepto y la práctica del dictad político es el monopolio de la propiedad estatal sobre los medios de reproducción de la vida humana. El poder económico omnímodo le posibilita al estado el acomodo a las formas de gobernabilidad autoritaria de todo el movimiento de la sociedad. Traer a un primer plano de análisis y debate esta constatación significa tomar partido por la renovación socialista de los fundamentos del modo de producción y relaciones socioeconómicas imperante.



Hablo, en consecuencia, de un principio de democracia económica que asume el derecho de los trabajadores-ciudadanos a la libre asociación como productores, a la auto gestión de los procesos productivos (y de creación inmaterial), al derecho a la auto distribución de los beneficios del trabajo y a la determinación de los presupuestos económicos que han de fomentar el desarrollo social y cultural de todos y cada uno. Un principio revolucionador de las relaciones socioeconómicas que sitúe definitivamente al ser social, al ciudadano, en el centro de los procesos de transformación de la cualidad cultural de vida. Ambos conceptos: democracia económica y soberanía ciudadana, constituyen un par sinérgico que está llamado a enmarcar la viabilidad política del proyecto socialista cubano.



La continuidad histórica de la Revolución cubana y la trayectoria de viabilidad de su proyecto socialista necesitan de una responsabilidad intelectual y popular que asuma el imperativo del pensamiento y la palabra crítica no como riesgo personal, real o imaginado, sino como auto emancipación socio-cultural. Una auto emancipación que genere los espacios de participación directa y decisiones políticas que hoy paradójicamente se disputa no sin éxito la otra disidencia, por insostenible que parezca sin el aliento económico y político injerencista externo. Es lo esencial más allá de lo aparente. La burocracia estatal partidista, aquella que se enquista en el conservadurismo político ante una realidad social signada por insuficiencias económicas y ciudadanas tan apremiantes como sistémicas estará siempre incapacitada para entender la necesidad de tales espacios. Dado que no escapa a contradicciones internas irresueltas el mismo partido, contradicciones hoy subsumidas por haber quedado fuera del control de la sociedad cubana. Al prescindir del control de la sociedad el partido ha desdeñado su condición revolucionaria para constituirse en partido de estado y poder político supra-societal. Clave que permite entender la naturaleza del poder burocrático estatal-partidista. Este problema de fondo deviene un factor destructivo de la cohesión social y, por tanto, de la viabilidad del proyecto socialista alrededor del cual ésta ha de darse. No funcionan viejos esquemas del pensamiento político allí donde la realidad exige la superación de las nuevas contradicciones que genera el propio proceso de transformaciones socioeconómicas y políticas.



Esas contradicciones maniatadas que se dan hacia el seno del partido cubano no podrán liberar su potencial creador sin el empuje crítico de la auto emancipación del pensamiento y la palabra revolucionaria de la propia sociedad. Ésa y no otra dialéctica de la interacción política es la llamada a remover las trabas que condicionan hoy el momento álgido en que se encuentra el proceso de transformación social y económica en Cuba. No por establecida la Revolución la sustentación y viabilidad de su proyecto socialista dependerá del papel de vanguardia política que signifique el partido. Ha sido la interacción crítica entre pueblo y lideranzas políticas de él surgidas, como sujetos libres, la que ha marcado y marcará el rumbo y el ritmo de las revoluciones.



El compromiso del pensamiento crítico y la acción revolucionaria es con la viabilidad del proyecto socialista. Con la determinación de enriquecer los horizontes cognitivos de un proceso revolucionario que ha de ser por antonomasia emancipador. Conquistar soberanía ciudadana, en el mismo sentido en que también apelaba a no mendigar la libertad Antonio Maceo[6], entroniza de manera inapelable al ciudadano como sujeto transformador y auto transformable. Esperar por la autorización del partido y el estado – representantes y no dueños de la voluntad popular - para el debate recurrente abierto acerca de la mejor organización social y económica que como cultura de la participación democrática se ha de dar el pueblo, ha significado siempre contribuir al anquilosamiento de las fuerzas revolucionarias de la sociedad y del propio partido. Significa renunciar a la condición de hombres y mujeres libres. Permitir que el debate popular abierto sea sustituido por el debate intramuros significa dejar fuera de control social el aparato del estado y el partido. Es por ello que para los intelectuales y el pueblo en general ha de ser objeto de debate mayor la renovación del papel que dentro del proyecto socialista han de jugar los medios de comunicación.



Si la aparición de fantasmas de un pasado de contradicciones que parecía superado moviliza a la intelectualidad cubana hoy en defensa legítima de sus intereses de grupo y no le permite distinguir que lo esencial a cuestionar está en la auto complacencia de la propaganda del éxito, inducida o impuesta, que al mismo tiempo se da en el recién clausurado VIII Festival Nacional de la Prensa Escrita[7], no estará más que legitimando la conculcación del papel revolucionario de los medios, de su condición de medios de comunicación del pueblo en función del ejercicio crítico soberano de información y opinión sobre proceso sociopolítico, su cotidianeidad, sus complejidades y las ideas sobre sus proyecciones, así como de la evaluación y el control democrático de sus actores institucionales: el partido, el estado, las organizaciones sociales y culturales.



Si el debate que hoy mueve a un amplio espectro de intelectuales y creadores artísticos se reduce al lamento sobre injusticias sufridas, pasadas y presentes, resarcidas o no, se estará devaluando la necesidad del debate mayor a que debe convocarse la sociedad cubana. Intentar hacer irreversible la superación de contradicciones puntuales sin tomar partido ante las contradicciones estructurales devendrá un esfuerzo sisífico recurrente. Ahí está el campo de acción revolucionaria determinante. Y ahí la garantía de la capacidad renovadora y la viabilidad del proyecto socialista que se asume precisamente como la vía hacia esa emancipación cultural por la que se trabaja y discute.



No puede olvidarse, so pena de alienar el debate intelectual que, a pesar de la compleja trama de contradicciones internas y el pronunciado desgaste de la sociedad ante sus perennes urgencias, esa misma gente de pueblo no ha dejado de trabajar y tejer otra trama de avances económicos, sociales y culturales innegables. Como tampoco puede subestimarse el hecho que la mayoría de la población cubana adulta – el 70% nacida después de 1959 - no se plantea los problemas que la aquejan en términos de debates sobre cuestiones que no han experimentado directamente.A esas generaciones les interesa el debate sobre el presente y sobre el futuro, sobre soluciones y proyecciones, sobre la realidad desde la perspectiva de las expectativas. Y será así por mucho que se intente hacer valer que de los errores pasados sea necesario aprender. No existe aquí contradicción antagónica por definición.



De primera importancia es entender que en condiciones de cronicidad de carencias económicas y mediatización de la soberanía ciudadana el conflicto social inmanente desemboca en cambios reaccionarios o progresistas.La única garantía para que el caudal de energía creadora contenida no sea escamoteado por fuerzas internas identificadas entre sí por intereses sectarios - siempre terreno fértil de intereses foráneos -, está en la plena participación de la sociedad en debates populares abiertos. Todo lo que se discuta y decida fuera de la transparencia de la participación popular será un signo inequívoco de luchas intestinas por el poder económico y político que extienda y consolide el privilegio del poder burocrático.Serán intentos por consolidar el monopolio de la propiedad estatal cual sustento de ese poder burocrático. Serán, por consiguiente, intentos de perpetuar la mediatización de la soberanía ciudadana y con ello la viabilidad del proyecto socialista. La Revolución no puede ser usurpada.



Roberto Cobas Avivar



España, enero 2007

____________________________________________________________


1.MENSAJE LÍRICO CIVIL

(A José Torres Vidaurre, poeta peruano. En Madrid).
José Torres Vidaurre: ¡Salud! Salud y gloria,
hermano apolonida: Salud para la escoria

miserable del cuerpo y gloria para el alma
exquisita y doliente; que el beso de la palma

y del laurel descienda sobre tu sien fecunda.
¡Lucha con las tormentas! ¡Que tu bajel se hunda!

¡Quizás qué bella playa deparará el naufragio!
Lucha y confía siempre: tu apellido es presagio

de brillantes combates y de triunfo sonoro;
que sobre las anónimas tinieblas del Olvido,

Vidaurre, Vita aurea, por su vida de oro
Fulgirán las simbólicas torres de tu apellido.

(Otra etimología, de origen vizcaíno,
me da también Vidaurre como "primer camino")

Y tras de mi saludo, te contaré mis penas
por las cosas de Cuba que no te son ajenas,

y que no pueden serte ajenas por hermano
mío, y por tu fervor de sudamericano.

Yo bien sé que la tierra de los Inca-Yupanqui
no padeció del triste proteccionismo yanqui,

--aunque un temor futuro bien que lo justifica
el apelar a Washington sobre Tacna y Arica-

pero la patria mía, que también amas tú
como amo yo los timbres gloriosos del Perú,

nuestra Cuba, bien sabes cuán propicia a la caza
de naciones, y cómo soporta la amenaza

permanente del Norte que su ambición incuba:
la Florida es un índice que señala hacia Cuba.

Tenemos el destino en nuestras propias manos
Y es lo triste que somos nosotros, los cubanos,

quienes conseguimos la probable desgracia,
adulterando, infames, la noble democracia,

viviendo entre inquietudes de Caribdis y Scila,
e ignorando el peligro del Norte que vigila.

Porque mires de cerca nuestra demencia rara
te contaré la historia dulce de Santa Clara,

convento que el Estado -un comerciante necio-
quiso comprar al triple del verdadero precio.

Y si en el gran negocio existía un "secreto"
con un cambio de letra se convirtió en "decreto".

Tal cosa llevó a cabo el señor Presidente,
Comprar ¡y por decreto! devotísimamente,

si bien que nuestra Carta, previendo algún exceso,
dejó tan delicada facultad al Congreso.

(Mas el Jefe Honorable respecto a Santa Clara
dijo que se adquiriera, mas no que se pagara).

Así, como abogado, se encomendó a San Ivo,
urdió su fundamento, improvisó un motivo,

y consecuente para sus propios desatinos,
se amuralló en sofísticos razonamientos chinos.

Mas, como entonces era secretario de Hacienda
Un coronel insigne de la noble contienda,

que portaba las llaves sagradas del Tesoro
con méritos iguales a idéntico decoro

que sus galones épicos y su apellido inmáculo
el Honorable Jefe neutralizó el obstáculo,

y esto fue lo que vimos con unánime pasm ¡le refrendó el decreto al seráfico Erasmo!,

señor incapaz hasta el Pecado y el Vicio,
con un delito máxim
Así la triste fábula del antiguo convento
fue bochornoso pacto de zorra y de jumento,

pues que la vil astucia y la imbecilidad
se unieron a la sombra de una sola maldad.

Y ¿quién te dice, amigo, que porque hice uso
de un derecho de crítica a lo que se dispuso

por el decreto mágico, y al mismo Secretario
le dije frente a frente cómo era de contrario

el pueblo a tal medida, me juzgan criminal?
¡Vivo en el primer acto de un drama judicial!

Y como me apoyaron doce ilustres amigos
padeceremos juntos enérgicos castigos.

¡Al Ministro seráfico le mordieron las Furias:
sufrimos un ridículo proceso de injurias!

Pero esto es sólo un síntoma: hace falta una valla
para salvar a Cuba del oleaje maldit
hay la aspiración de perpetuar el delito
y la feroz política se rinde a la canalla.

Hay patriotismo falso, de relumbrón y pompa,
con acompañamiento de timbales y trompa;

se cambian Secretarios en situación muy crítica
por mezquinas "razones de elevada política".

Mas, ¿adónde marchamos, olvidándolo tod Historia, Honor y Pueblo, por caminos de lodo,

si ya no reconoces la obcecación funesta
ni aún el sagrado y triste derecho a la protesta?

¿Adónde vamos todos en brutal extravío
sino a la Enmienda Platt y a la bota del Tío?

¡José: nos hace falta una carga de aquéllas,
cuando en el ala bélica de un ímpetu bizarro,

al repetido choque del hierro en el guijarro,
iba el tropel de cascos desempedrando estrellas!

Hace falta una carga para matar bribones,
para acabar la obra de las revoluciones;

para vengar los muertos, que padecen ultraje,
para limpiar la costra tenaz del coloniaje;

para poder un día, con prestigio y razón,
extirpar el Apéndice de la Constitución;

para no hacer inútil, en humillante suerte,
el esfuerzo y el hambre y la herida y la muerte;

para que la República se mantenga de sí,
para cumplir el sueño de mármol de Martí;

para guardar la tierra, gloriosa de despojos,
para salvar el templo del Amor y la Fe,

para que nuestros hijos no mendiguen de hinojos
la patria que los padres nos ganaron de pie.

Yo juro por la sangre que manó tanta herida,
ansiar la salvación de la tierra querida,

y a despecho de toda persecución injusta,
seguir administrando el cáustico y la fusta.

Aumenta en el peligro la obligación sagrada.
(El oprobio merece la palabra colérica).

Yo tiro de mi alma, cual si fuera una espada,
y juro, de rodillas, ante la Madre América.

(1923)


2.José Martí Pérez (1853-1895), revolucionario cubano (muerto en combate), poeta, exponente insigne de las letras hispanoamericanas, intelectual, fundador del Partido Revolucionario Cubano con el que organizó y dirigió la guerra de independencia contra España, prócer de Cuba y América Latina.



3.19965-1971, periodo en que funcionó el Consejo Nacional de Cultura CNC. Su entonces director así como el director del Instituto Cubano de Radio Difusión y el director del sector teatral, son identificados por la intelectualidad cubana como comisarios implacables de una política fáctica de conculcación de la libertad de expresión artística. A la sazón el director del CNC fue juzgado por abuso de poder y actuación inconstitucional.



4.Ver: http://www.cuba.cu/gobierno/discursos/1961/esp/f300661e.html



5. Ver: http://www.cuba.cu/gobierno/discursos/2005/esp/f171105e.html



6. Revolucionario cubano (1848-1896), General del Ejercito Mambí que derrotó al Ejército Español en Cuba. Junto a José Martí Pérez, prócer de la independencia de Cuba (muerto en combate) y del pensamiento libertario cubano.



7.Ver: http://www.granma.cubaweb.cu/2007/01/14/nacional/artic06.html



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