He decidido inscribirme en el debate con estas líneas que espero remuevan
un poco la memoria de esta inquietud que nos moviliza esta vez
refiriéndome a mi experiencia relacionada con el cine. De paso, quiero
expresarte mi reconocimiento por la oportuna y valiente denuncia que has
hecho y que ha servido para sacudirnos y recordarnos nuestra
responsabilidad cívica. Te ruego acuses recibo.
Un abrazo,
Enrique Colina
Dirigí para la TV Cubana el programa de cine "24 por Segundo" durante 32
años. El programa lo concebía en el ICAIC, se producía técnicamente en el
ICRT y allí se sometía a su aprobación para ser trasmitido cada semana
nacionalmente. Existía pues en la frontera de dos organismos con disímiles
enfoques de la cultura, la política y la ideología, es decir, con una
interpretación distinta del precepto que presidió y rige hasta hoy la
política cultural revolucionaria: "Con la Revolución todo, contra la
Revolución nada". Afirmación que analizada con rigor y no con la
idolatría que da valor de artículo de fe a las declaraciones
descontextualizadas y les hace perder la relatividad histórica de su
significado, evidencia la siniestra perennidad que avala y le da su
carácter de dogma al sobreentendido, sólo aparentemente ambiguo, de a
quien corresponde decidir lo que es o no revolucionario, lo que es
oportuno o no decir o discutir, la información que se puede o no recibir,
el derecho o no que se tiene para discrepar de tal o más cual decisión, lo
que corresponde o no a una moral revolucionaria y así hasta el
infinito.... Mi participación en este debate quisiera dirigirlo a
refrescar con mi modesta experiencia la memoria histórica que subyace en
las causas de estos lodos...
Esquematizando, y sin entrar en los aspectos contradictorios que cualquier
política sufre por la naturaleza humana imperfecta de sus hacedores y por
las coordenadas históricas en las que tiene que expresarse y operar, ICAIC
quiso decir en este país, durante muchos años, una política cultural más
abierta, tolerante y antidogmática, que permitió una variada oferta
cultural y recreativa en su programación cinematográfica. Significó
también una producción de cine nacional que ha intentado testimoniar su
tiempo, con mayor o menor rigor en la profundidad conceptual y expresión
artística de sus realizadores, aunque siempre dentro del marco de las
coordenadas impuestas por una censura que ha marcado sus tabúes no
escritos a través de un código silencioso, pero por todos conocido y,
hasta ahora y con contadas excepciones, con más resignación sufrido que
combatido.
ICAIC significó, sobre todo –aunque no siempre- la resistencia y la
recuperación contra los "errores" de esa intolerancia y ese dogmatismo,
signados por la otra política que, abierta o solapadamente, según la
coyuntura y la conveniencia táctica del momento, ha ejercido el control de
los medios de comunicación siguiendo las orientaciones directas del
aparato ideológico del Partido -que, contra la voluntad mistificadora de
ciertos burócratas que se escudan en su invisibilidad, no es un ente
abstracto y sí una asociación humana depositaria de virtudes y defectos de
hombres con nombres y apellidos que toman decisiones correctas o
equivocadas. Tendencia que históricamente se ha manifestado agresivamente
contra la cultura y sus creadores y ha representando durante ciertos
períodos la expresión de una política oficial concreta y poderosa contra
la cual ha tenido que luchar para sobrevivir esta otra concepción tachada
de hipercrítica, floja y blandengue, elitista, perestroikista, y, en
círculos más cerrados, reconocida como antipatriótica y
contrarrevolucionaria. Tendencia que también, y para desdicha de los
inquisidores, forma parte de esa corriente de pensamiento ético integrado
a un proceso auténticamente revolucionario que ha pretendido no convertir
en una paradoja negacionista la voluntad de ofrecer educación y cultura a
su pueblo para después negarle participación intelectual activa en el
reconocimiento y transformación de su realidad, no sólo obedeciendo o
siguiendo orientaciones, sino opinando, coincidiendo o discrepando como
conciencia crítica de su propia condición ciudadana.
Inmerso en este contexto, simplificado por la necesidad de síntesis de
estas líneas y porque todos sabemos de lo que estamos hablando, “24 por
Segundo” pasó por la confluencia de todos los períodos albos, grises y
negros, todos marcados por la desconfianza sistemática a la espontaneidad
de una opinión, al lenguaje directo que llama las cosas por su nombre, a
la referencia crítica que se aparta de un diktat oficial y que analiza un
fenómeno en su complejidad ideológica. En un afán velado por hacerlo
desaparecer, el programa cambió de horario y canal infinidad de veces.
Muchas veces tuve que discutir acaloradamente para defender su concepción
y no pocas protestar por su suspensión. De lo sublime a lo ridículo y por
las más disímiles causas, el programa no salía al aire ya fuera por la
aparición de un desnudo o escena de sexo justificados dramáticamente en el
fragmento de un filme que servía para ilustrar un tema más significativo;
por la imagen de un actor extranjero o la mención a algún director que en
algún lugar hubiera firmado una oscura declaración contra la Revolución
-sin que esto lo supiera, como es lógico, el público espectador-; por una
mala palabra dicha en tiempo y forma, pero que "per se" contradecía el
principio de que el medio debía promover la buena educación; por la
afirmación, herética en los días de la hermandad con los países
socialistas, de que la mayoría de los filmes exhibidos provenientes de
estas cinematografías no establecían una comunicación con el gran público;
y claro, por otras múltiples consideraciones que ahora no recuerdo. Ahora
bien, el área más conflictual del programa eran los comentarios sobre
temas referidos al cine nacional que abordaban aspectos controvertidos de
la realidad, en contradicción con la imagen aséptica difundida
históricamente por los medios de información. Así pues, el contenido del
programa fue muchas veces censurado y prohibida su difusión ante mi
negativa de cortar aquello que incomodaba a los pequeños y grandes
censores que aplicaban la reglamentación de lo que se podía o no decir
públicamente, siempre con el pretexto de velar por el carácter educativo e
ideológico del medio. Vale decir, subvalorando el tan predicado alto nivel
cultural de nuestro pueblo que, según los patrones de estos veladores de
la ortodoxia revolucionaria, debía ser "orientado". Razón que explica la
deformación de darle a la población las cosas digeridas, la interpretación
confiada al especialista, el análisis realizado por el que sabe y esta
avalado para decirle a la gente cómo tiene que pensar, aunque
demagógicamente se le invite a que se forme su propia opinión. El
especialista, sea crítico de arte, periodista, historiador, sociólogo,
científico, artista, político o lo que sea, es necesario como instrumento
de revelación y no en su mediación deformada como sordina de las
contradicciones, encubridor de la realidad o sustituto del necesario
debate y de la participación del que lo escucha.
Así también muchas películas cubanas estuvieron y están prohibidas en la
TV porque no se ajustan al patrón de encartonamiento ideológico
preconizado por una visión unívoca que rechaza, como juez y parte, el
principio esencial que mantiene a una Revolución viva y perdurable: la
dialéctica, el reconocimiento de las contradicciones y la necesidad del
cambio. Un breve recuento hecho sin mucho rigor y sólo a modo de ejemplo
arroja más de 20 filmes cubanos producidos en diferentes décadas, sobre
todo los producidos a partir de la crisis de los '90, que nunca han sido
exhibidos por la TV. Considerando la cantidad de cines cerrados por el
deterioro de sus instalaciones y otros que pugnan por mantenerse abiertos
a pesar de la mala calidad de sus proyecciones, la falta de aire
acondicionado y el pésimo estado de sus butacas y condiciones higiénicas,
amén de la dificultad del transporte que también ha afectado la
frecuentación a los mismos, cabe preguntarse cuántos espectadores
potenciales pierde nuestra cinematografía por esta prohibición no escrita
ni reconocida oficialmente que enajena su producción, concebida por y para
su público nacional. La lista puede incluir otros y quizás algunos más
recientes que olvido involuntariamente. No menciono los filmes por su
calidad artística o su rigor conceptual, los hay buenos, malos y regulares
y no creo que se deba a consideraciones estéticas la razón por la cual no
son exhibidos. Sobran los referentes de filmes extranjeros de pésima
calidad exhibidos por la TV.
Sin embargo, hay películas prohibidas que merecen una consideración aparte
y justifican por qué considero que el debate abierto con esta aparición
del fantasma del “pavonato” y de su otro ejecutor, al que se le reconocía
entre los “parametrados” como “Torquesada” (y que, según he sabido, ha
estado fungiendo como secretario del núcleo del PCC y asesor en el área
para la programación televisiva desde hace varios años, ¡sorpresa que una
persona vinculada a tan graves errores reconocidos por el Partido como los
cometidos durante ese período pudiera ocupar un cargo de tanta
responsabilidad en el medio de comunicación más importante de este país y
en un área que decide y vela sobre el contenido de su programación!)...
Repito, pues, con este paréntesis bien asimilado, por qué considero que
este debate debe abrirse a una reflexión más profunda sobre las raíces
ideológicas que alimentan esta tendencia latente y manifiesta como una
constante en la experiencia histórica de todos los regímenes socialistas
del siglo XX, que ha marcado, una y otra vez, con sus deformaciones y
desviaciones sectarias y represivas, la expresión sana del profundo
humanismo al que aspiran todos los que sustentamos esta convicción.
Un
verticalismo ideológico autoritario abierto o apañado sólo genera apatía,
simulación o rechazo, y creo que como avestruces no sacaremos ningún
provecho de esta coyuntura si esto no se discute.
Para empezar quisiera particularizar el filme que marcó un sisma en las
relaciones entre los cineastas cubanos, el ICAIC y la dirección política
de nuestro país. “Alicia en el pueblo de maravillas”, realizada por Daniel
Díaz Torres, director que junto con Rolando Díaz y Fernando Pérez trabajó
durante años en el Noticiero ICAIC Latinoamericano, bajo la dirección de
Santiago Álvarez. Allí, entre los años 1977 y l979, en esos períodos de
apertura crítica contra lo mal hecho que de manera regular marca los
ciclos de rectificación oficial de políticas también oficiales, se
realizaron innumerables noticieros monotemáticos críticos sobre la
actualidad nacional, en los que se recogían manifestaciones de
desorganización institucional, descuidos, irresponsabilidades,
despilfarros económicos, corrupción, etc...hasta que vino de nuevo la
orden de parar este tipo de crítica marcada por una ironía cada vez más
amarga por la persistencia y dimensión de los problemas, cuyas
consecuencias económicas, sociales y políticas explotaron en el 80 con el
éxodo del Mariel. Vistos ahora, estos noticieros golpean por su
actualidad, la recurrencia de muchos de sus temas aún persiste a pesar de
que han pasado ya 30 años de su señalamiento y que fueron y son el
producto más de disfuncionalidades sistémicas que de la ineficiencia
individual de administradores inconscientes. En las aguas infestadas de
este pozo turbio, mantenidas en la década del '80, antes y después de la
política de rectificación de errores y tendencias negativas, en el
absurdo, en lo irracional de las manifestaciones aberradas que se
pretendía cambiar con inculpaciones a funcionarios supuestamente
responsables individuales de esos errores, manifestaciones que no
erradicadas en su médula causal contribuyeron a acentuar y a preparar el
camino de carencias que culminaron con la terrible década del Período
Especial, heroica por la resistencia y la nobleza de este pueblo, pero
también trágica para la vida muchos. En esta fuente bebieron los
realizadores del filme para volver a advertir, amonestar, criticar lo que
debía someterse a un debate impostergable.
Recordar que ya por la época existía una Asociación de Hmnos. Saíz con una
generación de jóvenes cineastas que en su mayoría emigró del país en la
década del ‘90 ante la frustración de insertar sus documentales en un
debate público que cuestionara lo que achacaban como carencias en el cine
oficial y que, una vez que intentaron asimilarse a las estructuras
creadas, chocaron con la censura procedente de la misma fuente que los
había alentado para enfrentar la supuesta pasividad de los directores más
viejos del ICAIC, aparentemente ya domesticados y amaestrados. Otra
historia de manipulación de esta tendencia que terminó torcida para su
hacedor pero no modificó la pérdida de esa generación...
La consecuencia de la aparición de Alicia... , su prohibición y
consecuente demonización contrarrevolucionaria y quinta columnista, generó
el más explosivo conflicto cultural que hubiera tenido que enfrentar el
proceso revolucionario, interior e internacionalmente, en el momento de
su más alta vulnerabilidad económica y política, si no hubiera primado por
encima de la pasión soberbia la actitud discreta, decidida y consecuente
de cineastas cubanos que nos opusimos, sin dirigentes que nos guiaran y sí
movidos por nuestras convicciones éticas, a lo que ya era una medida del
Consejo de Estado que llevó a la decisión de desmantelar el ICAIC y
convertirlo en dependencia del ICRT y, por carácter transitivo, en
apéndice del aparato ideológico del Partido, entonces dirigido por el
tristemente célebre, Carlos Aldana, hoy anatemizado, pero ayer comisario
arrogante y ambicioso que nos trataba como enemigos de la Revolución.
Acompañada de una mesura que impidió una manipulación exterior, los
cineastas evitamos la consumación de este entuerto a puertas cerradas.
Luego se produjo la reivindicación política del filme y de su realizador,
se exhibió en un festival de cine y se cerró el capítulo. Antes de la
prohibición, el filme sólo se había proyectado públicamente durante 4 días
en unos pocos cines de la capital, con la movilización hecha a través de
los municipios del PCC de sus militantes para que fueran al cine y
reaccionaran ante aquellos espectadores que manifestaran su aprobación al
filme.
Inspirada en hechos reales, documentados hasta la saciedad en los
noticieros semanales ICAIC de los setenta y en su segunda ronda de los
ochenta y sin que su hipérbole satírica sobrepasara el absurdo de la
cotidianidad social vivida por el cubano de la calle, la experiencia de
Alicia... puso en entredicho la infalibilidad de un juicio único que
decide lo que es o no revolucionario. . "Con la Revolución todo, contra la
Revolución nada" surgió como un compromiso salomónico proclamado en
circunstancias históricas diferentes, cuando la Revolución no se había
consolidado y era objeto de invasiones y sabotajes que amenazaban con
frustrar el intento de crear un estado de justicia social, cuando se hacía
necesario mantener la unión y la participación creadora de los
intelectuales en un marco de confianza en la vanguardia política que había
creado un espacio cultural multiforme, cuando todavía era un sueño el
proyecto revolucionario y la trasformación no se había consumado en el
plano de la realidad. Bueno, ¿y ahora? Ahora ha pasado casi medio siglo y
ahí se pueden apreciar las cicatrices no cerradas de los errores cometidos
por los que han interpretado este artículo de fe ejerciendo una
intolerancia y una represión contra los que también se escudan en esta
divisa protéica para tener el derecho a expresar su interpretación de cómo
es su Revolución, la que tienen en el corazón, en el pensamiento y lo que
queda de valioso y recuperable en lo construido, que no lo que necesita
moverse y cambiar para entrar en esta época de cambios, en este socialismo
del siglo XXI tan pregonado y necesario que supone sacudirnos los
criterios estrechos, polvorientos y sectarios que pretenden tener la
verdad agarrada por los cuernos.
Luego vino “Fresa y Chocolate” más guarnecida por la sombrilla del error
político que se había cometido con Alicia..., con el aval de la
personalidad artística de Titón y con el apoyo inteligente de Alfredo
Guevara para maniobrar en un mar agitado por los espasmos del Período
Especial. Fresa..., codirigida por el también reconocido cineasta Juan
Carlos Tabío, tuvo su trayectoria internacional exitosa, refrendando
favorablemente para prestigio político de la Revolución su capacidad para
mantener abiertos los canales de cuestionamientos críticos a pesar de las
circunstancias difíciles en que vivía el país. En Cuba, la acogida del
público nacional que pudo verla demostró que compartía su mensaje de
tolerancia y de solidaridad humana ajeno al revanchismo de aquellos que
replegados tuvieron que soportarla. Sin embargo, Fresa... sólo se exhibió
en los cines y nunca se ha mostrado por la televisión. Cabe extrañarse si
no sería porque denuncia directamente la problemática del período de
“parametración” homofóbica y algunos de sus ejecutores todavía hoy se
mantienen con un poder de decisión en la programación de este medio, que
pertenece al pueblo y no a ninguna tendencia reaccionaria que envilece los
valores humanistas que han sido y son inspiradores de esta Revolución, al
menos, como yo la entiendo.
Aquí también podría detenerme en lo acontecido con “Guantanamera”, última
obra de Tomás Gutiérrez Alea, codirigida con Juan Carlos Tabío, que fue
tildada de contrarrevolucionaria por el rencor y la desconfianza de
intrigantes especializados en sembrar discordias con el sector artístico
al más alto nivel y sólo reivindicada por la postura de intelectuales que
salieron en defensa de la memoria de Titón, el mejor y más alto exponente
del cine revolucionario cubano.
He hecho este recuento, sin dudas plagado de insuficiencias y quizás de
inquietudes mal expresadas y a riesgo de parecer incendiario para unos y
contemporizador para otros, porque siento que el objeto último de este
debate es volcar el análisis del pasado en la retorta del presente donde
se está cocinando el futuro de nuestro país. Habrá una reunión que
necesita romper el aislamiento público de este debate. Es inaceptable que
el comunicado publicado en Granma por el Secretariado de la UNEAC resulte
tan parco y burocrático utilizando la misma jerga politiquera que nos
habla de anexionistas que pretenden apropiarse de este debate y excluyen
la referencia a las causas del mismo haciendo como siempre el escamoteo de
la esencia del problema, lo mismo que alguien mencionó jocosamente como
"...y yo me cago en la tuya!". Creo que estos emilios, firmados son ya una
clara señal política de que se impone una apertura que vaya más allá de
constatar y ratificar lo que todos sabemos que ha sido un insulto y una
agresión a nuestra cultura. El ciudadano necesita saber y hay muchas cosas
que impiden a los ciudadanos enterarse de lo que se cocina a sus espaldas
y que repercute sin embargo en sus vidas. El “síndrome del misterio” que
se cuestionaba en un Congreso de Periodistas hace 20 años, ¿seguirá
activado?
Sin repercusión pública la rectificación también seria inconsecuente e
hipócrita. Es el Partido quien controla la política informativa y la
programación de la TV nacional, el que controla su órgano oficial, el
periódico Granma y también fiscaliza a través de su aparato ideológico
todo el resto de las publicaciones y emisoras de este país, es a través de
algunos de sus altos funcionarios que se han cometido dislates históricos
y no basta con una sucinta nota que siempre encuentra un chivo expiatorio.
Existe la inveterada y malsana costumbre del que bota el sofa en la
práctica de muchas rectificaciones que se han producido a lo largo de
nuestra historia.
No se trata, insisto, en pedirle cuentas humillantes o
justificativas a nadie, pero una institución que ejerce un poder político
en nombre de lo que para nosotros ha sido un ideal y ha configurado el
sentido y la elección política de nuestras cortas vidas, debe asumir con
transparencia la permanencia en sus filas de esta tendencia que se permite
en un momento como el actual encender una chispa provocadora cuya única
virtud ha sido la de avivar una toma de conciencia de que hay que
combatirla en la esencia que le da vida. De esa transparencia hacia este y
otros temas depende el futuro de la confianza. Del horizonte de apertura
de esa información histórica y presente depende el legado asimilable de lo
que vamos a incorporar como experiencia enriquecedora al futuro de nuestro
pueblo que tiene ese derecho inalienable por encima de cualquier
coyunturalidad.
Por ello, propongo que ese debate sea trasmitido por la TV y, si no es en
vivo, que sea editado bajo la supervisión de tres miembros, sin
representación oficial ni cargos públicos, y que sean elegidos por
votación en esa reunión.
Creo que también deberían publicarse estos emilios y quien quiera
cuestionarlos que también responda por escrito. Sería un signo no de
debilidad sino de confianza en una verdadera rectificación y que daría un
vigor inusitado a una batalla de ideas hacia adentro y sobre los problemas
que se omiten en la TV. Mesas redondas o cuadradas o rectangulares
verdaderamente polémicas que miraran hacia dentro con el mismo rigor
crítico con el que se analizan los problemas del mundo imperfecto y
torcido fuera Cuba: con puntos de vista discrepantes y discusiones
animadas por la voluntad de llamar las cosas por su nombre, frente a
dirigentes que respondan públicamente ante periodistas que les hagan
preguntas incómodas sobre esos temas acuciantes cuya solución no sólo
depende del bloqueo imperialista ni de la buena fe sino de decisiones
acertadas que demuestren su eficiencia no sólo en el plano ideológico sino
en la solución práctica de los problemas y en el mejoramiento del nivel,
la calidad de vida y en el reconocimiento del derecho ciudadano
inalienable de exigir cuentas de sus representantes. No soy inocente y
comprendo que si hay voluntad de cambios estos resultaran de un
progresivo, delicado y complicado reajuste en la correlación de fuerzas
internas, dentro y fuera del Partido, que necesitará obligatoriamente de
una contribución honesta y valiente de sus intelectuales. Y no hablo sólo
de los artistas, pero el deshielo tiene que empezar por algo y considero
esta situación adecuada, aunque algunos puedan considerarla peligrosa y
explosiva porque las válvulas están cargadas, como resulta obvio, y bajo
una presión acumulada de años.
También propongo que se pongan nuestros filmes por la TV Nacional y si
quienes los prohíben estiman que no son apropiados políticamente que lo
digan públicamente. Si esto se sigue postergando, si se sigue considerando
que la luz que irradiamos continuará brillando eternamente sólo por el
humanismo de nuestros médicos o por el resplandor de nuestra educación, de
lo que me enorgullezco y sé muy bien que no es poco, pero se soslayan
contradicciones que socavan el sentido democrático del sistema, su
eficiencia económica, que exige a gritos reformas y cambios internos,
porque la esperanza en el futuro no es un barril sin fondo y para sostener
y preservar todo el andamiaje de justicia social hacen falta recursos y
para que la gente produzca y cree riquezas hay que estimularla
materialmente y abrirle las puertas a su creatividad e iniciativa, si
seguimos asumiendo un estado que controla y se ocupa de todo sin poder
ocuparse de todo ni controlarlo todo, si no enfrentamos las deformaciones
por todos reconocidas yendo a la médula de los problemas, y ese es el tema
esencial que está en el tintero de estas inquietudes, creo sinceramente
que el faro y guía, más tarde o más temprano, se apagará y sólo quedaremos
como referente histórico de hidalguía, resistencia y dignidad, pero
perderemos la plaza.
Enrique Colina
25 de enero de 2007
A continuación una lista de las películas no exhibidas por la TV Nacional.
ALICIA EN EL PUEBLO DE MARAVILLAS
ADORABLES MENTIRAS
FRESA Y CHOCOLATE
EL ELEFANTE Y LA BICICLETA
MADAGASCAR
LA VIDA ES SILBAR
SUITE HABANA
PON TU PENSAMIENTO EN MI
AMOR VERTICAL
LA OLA
NADA
TRES VECES DOS
VIDEO DE FAMILIA
HACERSE EL SUECO
PERFECTO AMOR EQUIVOCADO
GUANTANAMERA
LISTA DE ESPERA
DIARIO DE MAURICIO
AUNQUE ESTES LEJOS
ENTRE CICLONES
MARIA ANTONIA
PAPELES SECUNDARIOS
LEJANIA
TECHO DE VIDRIO
UN DIA DE NOVIEMBRE
HASTA CIERTO PUNTO
LA VIDA EN ROSA
BARRIO CUBA
MIEL PARA OCHUN
LAS NOCHES DE CONSTANTINOPLA
Cabría hacer una lista de documentales hechos por jóvenes cineastas que
también sufren esta censura no escrita. Sería triste que sus esfuerzos e
inquietudes, y hablo de algunos filmes verdaderamente significativos,
quedaran relegados al consuelo de presentarlos una sola vez en una Muestra
anual – esfuerzo meritorio que debería omitir cualquier tipo de censura-,
para luego circular en discos o cassettes de mano a mano o por este
espacio virtual compensatorio, pero restringido e insuficiente.
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(As in: Translated by José Blow) You are welcome to translate anonymously. Thank you!
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