Compañero(a)s:
Confieso que aunque desde los inicios de este sano
debate he estado tentado a "inmiscuirme", trabajo me
ha costado vencerme para dejar por escrito mis
criterios. Por una parte, no soy dado al ejercicio de
la polémica por la polémica y, además, en un principio
sentí que tras su apertura por parte de Desiderio y
Reynaldo, algunas intervenciones, aunque justas, no
rebasaban el carácter gremial y podrían conllevar a
filosofar sobre la inmortalidad o no del cangrejo.
Por otro lado, pocas horas después leí las
c(a)olumn(i)as del asalariado Cancio en El Nuevo
Herald, también las de Duanel Díaz, así como las
(im)parciales informaciones de Mauricio Vicent, en El
País, y sentí ira y náuseas: lo que tenía que pasar.,
pasó.
No soy alérgico a los intelectuales que residen en el
exterior. Creo que allá afuera los hay también
revolucionarios y honestos, dispuestos incluso a dar
sus vidas por nuestra Patria, pero para mí resultaba
obvio que esa oportunidad era aprovechada por la
derecha, cubana o no cubana, para intentar avivar el
fuego y sacar provecho.
Entre 1987 y 1991 residí en Europa del Este y conozco
muy bien cómo la intelectualidad de esos países, en
muchos casos, fue manipulada a través de la
desinformación y cómo, aunque en ocasiones
justicieramente, sus posiciones gremialistas
facilitaron la entrega del socialismo.
Me pregunté varias veces si, como señalaba Desiderio,
".en este singular momento de la historia de nuestro
país en que todo nuestro pueblo está pendiente de la
convalecencia del Comandante en Jefe" era producente
sacar los trapos a tomar sol. Al final me convencí de
que sí, de que deben tomar sol, pero el que alumbra y
da calor; no el que quema. Desenterrar la historia y
sus personajes para obtener enseñanzas y unir, es
saludable; para expandir fetidez, es insano y sólo
provoca el distanciamiento.
Mi condición de escritor, de intelectual
revolucionario, de miembro de la UNEAC, me impelían a
pronunciarme; no tomar partido es inexcusable en un
revolucionario, y sólo explicable en un cobarde o en
un autómata, que espera que otros decidan.
Al respecto recordé haber leído que el Che, en una
reunión del Ministerio de Industrias, el 10 de marzo
de 1962 expresó:
".hay la tendencia de considerar al hombre como un
número. Tratar a la gente como número es reducir todo
a expresiones muy simples y producir autómatas, y la
Revolución, lo que menos puede pensar es en producir
autómatas. Tiene que producir gente que esté con la
Revolución, que esté en el lugar que le corresponde a
la Revolución".
También recordé aquel chiste que Tirso Sáenz relata en
su libro "El Che ministro" y que tanto le gustaba
hacer:
"Pregunta: -¿Cuál es la diferencia entre las pinturas
del Renacimiento, del Expresionismo y del Realismo
Socialista?
"Respuesta:-En el Renacimiento el pintor pintaba lo
que veía. En el expresionismo, el pintor pintaba lo
que sentía. En el Realismo Socialista el pintor pinta
lo que escucha"
¿Debemos hablar de lo que escuchamos -desde arriba,
sea desde la izquierda o la derecha- o tenemos el
deber y el derecho de expresarnos?.
Dos hechos me impulsaron, además, a abandonar el
silencio: primero, la "Declaración del Secretariado de
la UNEAC" publicada por Granma; segundo, las atinadas
y honestas intervenciones de Orlando Hernández y de
Pedro Campos.
Vamos a lo primero.
La opaca y escueta Declaración dejó al pueblo en el
limbo. Muchos vecinos y amigos me preguntaban qué
sucedía, por qué se había publicado esa Declaración.
Ninguno había visto esos programas en "Diálogo
abierto", ni en "Impronta". "La
diferencia" sí había contado con audiencia, pero a los
entrevistados que recordaban era a Carilda, a Luisa
María Jiménez, a.. ninguno me nombraba a Serguera.
Simplemente, la mayoría de la población cree que
Alfredo "metió la pata" en alguno de los programas
(pero nadie sabe cuál) y que lo "tronarán". Ese es el
rumor acerca de la nota.
En síntesis, la inmensa mayoría no conoce las causas
de fondo que impusieron la Declaración.
Como se dice popularmente: TREMENTO RUIDO EN EL
SISTEMA.
Ese "ruido" resulta lógico si tomamos en consideración
que hoy, alrededor del 80 por ciento de la población
tiene menos de 55 años de edad por lo que, cuando
Serguera administró el ICRT la inmensa mayoría del
pueblo o era muy joven o simplemente no había nacido;
además, el entrevistado carece del más mínimo carisma
y lo que dijo, salvo a los que conocíamos la figura, a
nadie le interesó.
Yo presencié casualmente ese programa. Hace años vi
uno que me pareció de tan mal gusto y tan cursi que
nunca más me senté ante el televisor para ver algo
así, pues no estoy para perder el tiempo. Sin embargo,
me encontraba leyendo cuando mi compañera me llamó
para que viera y me riera con ella del programa tan
horroroso que estaban pasando por la TV y cuando fui
estaba Alfredo entrevistando a "Papito" y entre otras
cosas le daba las gracias al entrevistado por haberle
pagado el primer salario, para que su familia pudiera
comer. Me indigné.
Pero bueno, vamos a la parte positiva de la
Declaración del Secretariado de la UNEAC.
El hecho de que el diario oficial del Partido la
difundiera resulta muy importante pues, por un lado,
calma las preocupaciones de la intelectualidad cubana
y por otro sale al paso a la propaganda del enemigo en
el exterior y frustra a los que afuera o dentro del
país lo que propugnan, en verdad, es el desmonte del
socialismo, de nuestro socialismo que, aunque
imperfecto, de lo que requiere es de la lucha por la
perfección, por la adecuación a la realidad que vive
Cuba y por el despertar del Socialismo del Siglo XXI,
que ya se abre paso en Nuestra América y del que
tenemos que aprender, humildemente, aunque nos haya
tocado la gloria de ser los padres.
Nunca está de más decir que Cuba tiene una gloriosa
responsabilidad histórica que cumplir en el Continente
y la estamos afrontando con desinterés, valor y
energía, aún al precio de muchos sacrificios. Fuimos
el Primer país socialista de América, supimos
mantenernos enhiestos e inclaudicables cuando el
socialismo irreal se vino al piso y pese a la
agresividad de Estados Unidos, pese a todas las
penurias, dificultades y errores, aquí seguimos, dando
luz y fuerza.
Cuba es un bastión que hay que mantener a todo costo.
Un revés en Cuba tendría catastróficas consecuencias
para América toda. Creo que aunque la Declaración
resulta opaca, escueta, de poca profundidad y deja
abierta incógnitas que el pueblo desconoce, nuestras
autoridades partidistas e intelectuales han actuado
con sabiduría. La unidad de todos los sectores del
país hay que mantenerla y en el caso de los
intelectuales es algo crucial.
Para Carlos Marx, la intelectualidad representaba la
conciencia viva de la sociedad y para nosotros, los
cubanos, mantener la unidad de esa conciencia viva
resulta de vida o muerte, pues los intelectuales
somos, también, formadores de ideología. No se trata
de que todos tengamos un pensamiento homogéneo, eso es
imposible y retardatario, pues el debate, desde
posiciones honestas, enriquece, pero sí de que
mantengamos la unidad en torno a ideas esenciales,
estratégicas, que para mi son: patria,
antiimperialismo y socialismo.
Ahora más que nunca, en momentos en que Fidel está
convaleciente y el enemigo asecha para crear
divisiones; ahora, a 40 años del asesinato de ese
genial maestro comunista, sembrador de ideas, de
luchas, de unidad, eterno batallador por la perfección
y por la Revolución dentro de la Revolución, que fue
el Che, los verdaderos revolucionarios tenemos que
estar informados e informar: tratar de influir.
En cuanto a las atinadas y honestas intervenciones de
Orlando Hernández y de Pedro Campos, creo también que
en el fondo y en la superficie los temas que se han
debatido honesta y valientemente en la "guerra de los
e-mail" no son gremiales, son de la sociedad cubana en
su conjunto: todos somos cubanos, la Revolución
también es nuestra, estamos y estaremos contra
cualquier tipo de anexionismo y tenemos el derecho y
el deber de opinar, ayudar en la búsqueda de
soluciones y sobre todo, salvar a Nuestra Revolución
de los peligros que ya nos enunció Fidel.
El debate y la participación popular en las decisiones
resultan primordiales herramientas para construir una
sociedad socialista. Si no se liberan las fuerzas
productivas de la nación, si no logramos que los
trabajadores manuales e intelectuales se sientan
dueños de sus destinos y realmente propietarios de los
medios de producción, quedaremos atrapados en las
redes del socialismo irreal y será la burocracia la
que nos venda.
No podemos seguir cantando loas a que tenemos menos de
un 2 por ciento de desempleo mientras que en nuestro
país, con siglos de tradición azucarera y que llegó a
ser el primer exportador mundial de ese producto, se
pague a un trabajador por laborar en una guarapera que
no tiene caña para hacer guarapo; mientras que, para
que un niño chupe caramelos haya que comprarlos en
dinero cubano convertible, mientras que tengamos que
pagar a un taxista 10 pesos para llegar al trabajo,
cuando el salario promedio diario del cubano es
precisamente ese; ¿es que nadie piensa de dónde sale
el dinero para ir y venir a los trabajos cuando en
realidad se le paga más al taxista que lo que se
gana?. ¿De dónde sale ese dinero?
¿Es que la burocracia no se da cuenta de que el cubano
no puede vivir de su salario; que simplemente no le
alcanza a nadie?. ¿Qué existe en el país otra economía
sumergida a la que una buena parte de la población no
le queda más remedio que acudir, aún contra su
voluntad?.
Nuestras nuevas generaciones se están educando en ese
nefasto ambiente. No lo podemos permitir. Eso traería
el fin de la Revolución; las consecuencias ideológicas
pueden resultar irreversibles, como puede, por eso,
ser reversible la Revolución.
No creo que sean momentos de hablar de quién o quienes
tuvieron la culpa de tal o mas cual suceso y sí de
presentarnos ante la generación histórica como
soldados que, por derecho y por deber, luchamos para
perfeccionar nuestro Socialismo, para que ellos, que
hicieron la Revolución puedan salvarla, ahora que
estamos a tiempo, junto a nosotros, junto al pueblo y
sepan que nos la pueden entregar con confianza.
Eddy E. Jiménez Pérez
Escritor y periodista
Hasta la victoria siempre.
El Socialismo del Siglo XXI es posible.
Nota: Entre 1992 y 1993 escribí un libro titulado La
revolución de los camaleones. Se trata de un ensayo
testimonial sobre la caída del socialismo irreal en
Europa del Este. Primero fue publicado en Brasil y en
Portugal; el pasado año se editó en Chile. A los
compañero(a)s que estén interesados en leerlo se los
puedo enviar.
20 de enero de 2007
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